La mirada hacia dentro, una reflexión sobre el horror del abandono.


Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte

que se me viene encima, en el ocaso de la juventud.

Pero por culpa también de este nuestro mundo humano

que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.

Pier Paolo Pasolini

 

En las primeras horas del gobierno de Macri en 2015, se firmaron 29 DNU, entre los cuales el desmantelamiento de la Ley de Medios aplicada en 2014 resultó especialmente escandaloso. El proyecto para esa ley fue presentado por CFK en 2009 y se basaba en una propuesta de la Coalición por una Radiodifusión Democrática de 2004. Ley, que una vez aprobada, tuvo que esperar años para su aplicación a causa de las insistentes medidas cautelares presentadas una y otra vez por el Grupo Clarín y pudo recién ser aplicada con un fallo de la Corte Suprema en 2014. La antigua norma regía desde 1980, año oscuro de dictadura militar en nuestro país.

En 2014 la flamante ley, fue declarada fronteras afuera, como la más democrática del mundo. Aún así, al año de su aplicación fue desmantelada por DNU y sus organismos, el AFSCA y el AFTIC, fueron reducidos al actual ENACOM en medio de multitudinarias movilizaciones en contra, vallas, policía y represión. Fue una lucha inolvidable, salíamos a la calle apenas asumido el nuevo gobierno, aunque breve; la abandonamos casi instantáneamente.

Desde ese momento y hasta hoy, no he dejado de preguntarme por qué renunciamos a la lucha por la restauración de una ley que era orgullo nacional, que nos defendía de este presente nefasto, abominable. Por qué no entendimos en su momento que siendo uno de los primeros DNU, no cabía duda que, como publicó estos días Telam, iba a ser un arma que apuntara a nuestras cabezas en forma constante.

Recuerdo un relato de entonces de mi entrañable amiga Nydia Lirola, mujer que tiene la costumbre de andar por la vida con la Patria al hombro en todas las formas que su naturaleza le permita y su entendimiento le dicte. Ella estuvo presente en ese fatídico día de 2015 en una movilización frente al AFSCA y desarrolló una idea brillante que luego puso en práctica durante varios años, Palabra Subterránea. No hay relato más bello como el de la gesta de una idea. En medio de la manifestación sus ojos se encontraron con un televisor prendido en un bar que mostraba agua, fuentes con agua, pensó que era una imagen tranquilizadora, se perturbó dado el contraste y extrañó el lenguaje que estábamos acostumbrados a recibir de los medios por aquellos años. Se dijo: -Ellos tendrán los medios, nosotros nuestras bocas, pensó también que la gente que en ese momento viajaba en subte bajo sus pies no tendría la menor idea de lo que pasaba sobre sus cabezas. Así comenzó una patriada histórica de juntar personas durante cuatro años consecutivos para ir a comunicar a voz de cuello en los viajes en subte lo que acontecía por fuera de los medios hegemónicos y entregar volantes con información. Sostener espacios con semejante nivel de compromiso, en tiempo físico, mental y material, es siempre difícil y al tiempo otras tareas hicieron peso en su conciencia así que a pesar de los años transcurridos y de la invaluable labor, se terminó.

En 2017 tuve la oportunidad de presentar una ponencia en el Seminario de Políticas de Memoria del C. C. H. Conti en el que, hoy me sorprendo de constatar, uso las palabras de la ilustración que publicó Telam, literalmente, y lo adjetivo como horror. Hablaba de los horrores cotidianos que solemos naturalizar, como los presos políticos por ejemplo y una de las coordinadoras me preguntó, exponiendo su propia duda, si de verdad me parecía un horror. Era un Seminario de Políticas de Memoria en el cual, normalmente, la palabra horror está enlazada con la tortura, la privación ilegítima de la libertad y todo el abanico de horrores relacionados con nuestros desaparecidos en años de dictadura militar. Le respondí enérgicamente que sí, que era un horror indudable y que en mi opinión, encarnaba la cuna de nuevos horrores impensados aún. Sorpresivamente mis palabras fueron las últimas.

El intento de Nydia de generar conciencia alcanzó a innumerables personas. El mío, apenas a unos pocos académicos y trabajadores del arte que presentábamos ponencias sobre nuestros trabajos en pos de políticas de memoria a través del lenguaje artístico y algunas lecturas que recibió mi texto a través de las redes. Por lo demás, las plazas se fueron vaciando poco a poco y llenando de vallas y rejas, mientras nuestra bella ley caía tristemente en un olvido imperdonable.

Hoy, luego del atentado contra CFK, cobró nueva vida en nuestra memoria. Nace urgente la pregunta sobre nuestro proceder. ¿Acaso tuvimos miedo? ¿Acaso caímos en una desmoralización paralizante? ¿O es que necesitábamos una situación extrema para despertar? Esta última idea resulta escalofriante, la calificaría de horror también. En cualquier caso, luego de los últimos acontecimientos, debería quedarnos marcado a fuego que no nos es dado volver a permitir jamás, que derechos como esa ley, que costó años de lucha conseguir, vuelvan a retroceder y que las calles y plazas siempre fueron y serán nuestras.

Claramente aparece nuestro indudable faro, la imagen de las Madres circulando en plena dictadura. Se están muriendo todos los días, honrarlas sería, Nunca Más dejar de circular.

 

Septiembre 2022

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