1--- El discurso detrás del enunciado ¿Qué estamos cuidando mientras nos dicen que cuidamos la vida?

 Hoy, dadas las circunstancias, salta a la vista un saber que viene circulando lenta y silenciosamente y es que la clase política, mundialmente hablando, hace tiempo que no está pudiendo dar respuesta. Las democracias, -el concepto más naturalizado de nuestro pensamiento político- se presentan como falacias que no nos atrevemos a derribar. La ciencia, erigida en saber supremo, tampoco se encuentra, ni se encontró nunca a la altura de las circunstancias, baste de muestra el dolor en los cuerpos del mundo, hoy todos volcados al antiguo aceite de cannabis, que “la ciencia”, protegida por los estados nos prohibió desde siempre. Y ellos, los estados hoy, en esta especial circunstancia dan muestra de su estrepitosa inutilidad a la hora de “cuidar la vida”. La verdad de la maniobra de recluirnos a todos en nuestras casas no está oculta para nadie, no es otra que los estados mostrando su fracaso mayor de punta a punta del globo; no nos cuidaron ni nos pueden cuidar, los sistemas de salud incluso en los países más desarrollados no garantizan la salud. Y aunque esta información no se nos oculta, la naturalización de la democracia y el estado como forma de organización social está tan arraigada en nuestro pensamiento y nuestros cuerpos que tampoco es puesta en duda. Recluidos en nuestras casas, desconfiando hasta de las superficies, le hacemos el juego al amo sobre todos los amos y nos sentimos cuidadosos, cuidados y solidarios mientras nos empobrecemos económica, psíquica y emocionalmente en la más absoluta individualidad, mientras sumimos nuestros cuerpos a una ley que nos deshumaniza y nos deja presos de un control inaudito. Es el discurso detrás del enunciado. La servidumbre voluntaria hoy envolvió incluso a las mentes más lúcidas de nuestro tiempo, que no hacen otra cosa que un intento de parir al ritmo de la pandemia respuestas que resultan apurada mercancía para distribución y consumo de quienes somos sus ávidos lectores.

El estado, actuando su escena, se nos presenta como el único abrazo posible mientras la verdad es que viene representando la muerte desde su misma constitución. Los estados de bienestar de los países más desarrollados del mundo no pueden garantizar la salud de la población, está bien volver a enunciarlo ya que este enunciado es justamente lo que queda oculto en el discurso de cuidado, como queda oculto el ciego afán de control. También la consecuencia a la que llevaría encontrarse de frente con el colapso del sistema de salud, que es eso exactamente lo que estamos cuidando, al estado, cual madre encubridora frente a un hijx adicto y conspiramos para él, estamos guardando el secreto a voces de que la ciencia no nos está dando respuesta una vez más.
Tal parece estamos frente a la necesidad de un cambio de paradigma. Y el debate es si el mercado se va a permitir este cambio de paradigma. No, no es un debate, el mercado ya actuó, se está acomodando, nos ponen a debatir el impuesto a la riqueza, en EEUU ya fue aceptado. Dato del diario. Diarios, emisoras radiales y televisivas haciendo el juego para un lado o para el otro, lo cual significa todo para el mismo lado, lo naturalizado, la normalidad, el cacareo al que nos tienen sometidos que se replica sin cesar en las redes, sin cesar. Tsunamis de datos e información que conspiran en contra de la producción de pensamiento, que no son conocimiento, que van dirigidos directamente a generarnos determinada emoción, hoy es el miedo a la muerte, emoción que nos sume sin mediar nada, a sus mandatos.
China acaba de negarse a una investigación por la propagación del virus y aprieta a los países que necesitan respiradores y pruebas y afines. El mercado está haciendo su número y nosotros en un despliegue de servidumbre voluntaria que da escalofrío. El #quedateencasa #yomequedoencasa cual banderas, las escuelas de una semana para la otra transformadas en escuelas virtuales, fiestas zoom los sábados a la noche, clases de todo tipo, reuniones de trabajo, de amigos por pantalla. La adaptación. El arrojarse a la adaptación de manera instantánea, sin pararse a contemplar, sin poner la vista en el vacío, en pro de una necesidad de “continuidad” sin sentido aparente. La naturalización y festejo de la figura de “jefe de estado”, el #capitánBeto #elprofeBeto, la servidumbre es, voluntaria y placentera pareciera. Como niños esperando que nos den vía libre para salir a jugar, a amarnos otra vez, a tocarnos, a explotar de la risa o del llanto y celebrar la vida, que sin la muerte, no tendríamos razón para celebrarla. Pienso en el mate, nosotros somos todo eso que es el ritual del mate. Confluimos en la saliva.
Cambiar de paradigma sería volver la mirada a la tierra que viene gritando hace ya mucho tiempo y ni los mercados ni los estados se hacen eco de ese grito, baste de dato que ningún país del globo asume la responsabilidad sobre el ‘séptimo continente’ y ahí está, creciendo sin medida. Cambiar de paradigma sería aceptar que la democracia y el estado no son la mejor forma de organización social y que podemos pensar otra, de hecho en nuestro continente ni siquiera fue un proceso genuino como en Europa, fue impuesta, no nos representa. Cambiar de paradigma también es mirar hacia los feminismos que nos vienen mostrando el mundo desde otro lugar, los feminismos vienen denunciando al estado como reproductor por excelencia del patriarcado, de violencia, de opresión. Cambiar de paradigma, humanizar la humanidad. Si realmente el concepto “antropoceno” va a definir los últimos veinte años, seamos dignos de él. Es el amor, no es por ningún otro lado, es tan obvio que enceguece, tan simple que invita a la desestimación, es lo contrario de reclusión, lo contrario de denuncia, lo contrario de desconfianza. Empezando por la tierra, por el otro. Desde los feminismos también esta idea, que, -no me malinterpreten-, no tiene ni un ápice de ingenuidad, aparecía como un clamor irrenunciable, el amor, el cuidado, no la reclusión, no el control, no el abominable y ya horrorosamente aceptado y naturalizado permiso para circular, era un discurso que estaba empezando a escucharse en la esfera política, y es ahí donde debe estar, desde donde debe ejecutarse, propagarse, diseminarse, empaparnos, abrazarnos. Nos pararon, y recluidas nos están matando, veníamos siendo –y espero recuperemos- el ruido, la pregunta, el genuino y profundo, lento y firme cambio de paradigma, si hasta nos metimos con el lenguaje, eso que estructura las mentes, nos metimos con los enunciados porque estamos pensando en los discursos, veníamos siendo la revolución, otra, esa que empezó en el amor entre nosotras, lo único que logró sacarnos de la territorialidad patriarcal que nos enfrentaba y por lo tanto debilitaba. Y era una revolución mundial que empezó con un desacato, un decir no por encima del miedo a la muerte.
29/04/2020

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas Populares

Carta III

La Búsqueda en lo Visceral II

Debate con Julio Cortázar